Los Premios Nobel han perdido prestigio y credibilidad al conceder el premio de la Paz a Obama simplemente por sus continuas declaraciones de buenas intenciones y no por sus aciertos en materia de Paz. La concesión de dicho premio no hecho más que causar sorpresa, incredulidad y carcajadas del mundo entero otorgando a dicho galardón la categoría de espectáculo circense. Ha avergonzado -en mi opinión- al propio Obama que como bien dice no tiene mérito alguno para dicha distinción.
Esperemos no llevarnos un fiasco con ese voluntarista que es Obama, sea realmente tan bueno como afirmaba durante las elecciones. No obstante, tal y como ha iniciado su andadura intentando el dialogo entre occidente y Islam, hablando con optimismo del cambio climático y de la reducción de armas nucleares, prometiendo sanidad para todos a la par que reducir los impuestos, parece más bien un embajador de la alianza de civilizaciones que el presidente de una nación.
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